
Seguramente pocas personas se han parado a pensar en el tiempo que se pasa cada día dentro de un ascensor. Mejor dicho, de diferentes ascensores, porque a lo largo de cada jornada se prueban varios de estos aparatos en el trabajo, en casa o en cualquier lugar al que se acuda. Al final suma un montón de minutos que se pasan allí dentro, en un espacio más o menos reducido, esperando a que la máquina llegue a su piso. Y, en muchas ocasiones, acompañados. Es casi una tradición universal lo de hablar del tiempo en los ascensores, "hola qué tal está usted, parece que va a llover". Y, después, mirada al suelo y silencio. Pero dentro de un ascensor hay que hacer más cosas. Hay que, por ejemplo, seguir unas sencillas reglas de urbanidad que harán más agradable ese momento, o que, sencillamente, ayudarán a la convivencia adecuada. Elementos básicos de educación que, con todo, nunca está de más recordar. Por si acaso.
Respetar los espacios
A veces cuando el ascensor llega al piso, salir de él se convierte en toda una competición de obstáculos en la que habrá que ir esquivando a unos y otros pasajeros antes de conseguir dicho objetivo. En pocas palabras, una falta de respeto. Por eso, cuando el ascensor se detenga habrá que intentar hacerse a un lado o pegarse a las paredes para facilitar la salida de los demás. Claro, para eso hay que estar más o menos atento, lo que lleva al segundo punto.
Tener en cuenta que hay otros usuarios
Porque, aunque a veces no lo parezca, el espacio del ascensor es una pequeña sociedad en la que existen una serie de reglas y códigos a respetar. Y éstos no pueden ser respetados si no se tienen en cuenta para nada al resto de los usuarios de ese, a veces pequeño, espacio. En otras palabras, quizá el ascensor no sea el mejor momento para ir hablando a través del teléfono móvil, ya que al resto seguramente no le interesen dichas conversaciones (máxime si se grita cuando se habla por el móvil). Incluso es posible que tampoco esté de más dejar de escuchar la música a todo volumen por los cascos, de tal forma que el zumbido asincopado que se cuele por entre las respiraciones de todos no provenga de los auriculares.. De esta forma no solamente se demuestra respeto por los demás, sino que se estará preparado para reaccionar cuando haya que hacer algo...como apartarse.
Bolsas y mochilas al suelo
Si al entrar a un ascensor se lleva una mochila lo adecuado es descolgarsela del hombro y mantenerla pegada al cuerpo, incluso apoyada en el suelo. No es justo ocupar dos espacios cuando solamente se es un cuerpo. Algo parecido ocurre con las bolsas, que serán mucho más voluminosas si se sostienen en las manos que si se apoyan en una esquina del ascensor. Eso sí, siempre que en ellas haya nada que pueda manchar el suelo del ascensor, en cuyo caso habrá que mantenerlas en alto, porque la higiene es fundamental.
Cuidar la higiene
A la hora de bajar la basura, realmente huele a basura. Para evitar que ese olor se quede impregnando para siempre en el ascensor hay que tratar de no apoyar la bolsa en el suelo, proque puede mojar y manchar el habitáculo. Es más, quizá este sería un buen momento para bajar unos cuantos pisos por escalera.
Mantener la cola
Si al llegar a esperar al ascensor ya hay gente situada antes, hay que respetar la cola y no tratar de colarse. Esta es una regla de urbanidad básica, pero la realidad se empeña tanto en demostrar lo contrario que lo mejor es intentar recordarla cuantas veces haga falta. Si alguien llega a la cola y es el séptimo en la cola y en el ascensor solo entran seis, le toca esperar.
Respetar y ceder el turno con educación
Vale, hay excepciones sobre lo anterior. Porque hay que seguir una serie de normas de buena urbanidad cuando se espera el turno en el ascensor. Ceder el mismo a embarazadas, ancianos, personas con movilidad reducida o, en general, a quien se note que pueda necesitar hacer ese camino antes. Procurar hacer esto de forma natural resulta mucho más llevadero que hacerlo a regañadientes y quedarse refunfuñando.
No agobiar al botón
En una situación en la que estás esperando un ascensor Astarlifts, este llega pero está completo. Se puede entender la frustración, pero eso no debe hacer que se pierdan los tiempos. No hace falta presionar de nuevo el botón hasta que el ascensor haya cerrado sus puertas del todo y arrancado siguiendo su camino. De lo contrario lo único que se consigue es que esas puertas se vuelvan a abrir de forma inmediata, con una doble consecuencia: se puede molestar a todos los que ya están dentro del ascensor y, además, se está retrasando la vuelta de este, así que habrá que permanecer más tiempo esperando. La mala educación solamente trae desventajas.
Comportarse si se es el encargado
En los casos de grandes ascensores, espacios donde no todas las personas llegan a los botones de orden de la cabina, habrá reglas especiales. Y es que en estas situaciones el usuario más cercano a esos botones debería encargarse de transmitir las órdenes necesarias a la maquinaria. De esta forma habría que preguntar a cada persona que entre a qué piso va o detener el ascensor en el caso de que ya haya llegado a su destino. Además, habrá que estar atento a que las puertas no se cierren mientras aun está entrando gente, por lo que se debería mantener presionado el botón de apertura de las mismas todo el tiempo necesario.
No hagas movimientos bruscos
Hay mucha gente que tiene aversión a los lugares cerrados en general o a los ascensores en particular. Por respeto a ellos hay que tratar de no realizar movimientos bruscos que pudieran mover la cabina del aparato. En general, habrá que estar lo más quieto posible para no molestar la correcta convivencia con los demás usuarios del ascensor.
¿Libros? ¿Periódicos?
Hay personas que se pasan el día leyendo, que por la calle van siempre con un libro o un periódico abierto, que ni siquiera levantan la cabeza cuando tienen delante una farola. Son así, han aprendido a desplazarse sin necesidad de tener la mirada fija en el frente. Pero el ascensor no es un buen lugar para entrar con un periódico desplegado o con un libro abierto. Es un poco de tiempo, solamente un poco, así que no será un esfuerzo mayúsculo dejar esa lectura para dentro de unos momentos.
Perros
Son adorables, cariñosos y los mejores amigos del hombre, pero no a todas las personas les gustan. De hecho hay muchos que tienen un miedo cerval por los perros, y no es justo que se vean encerrados en un espacio reducido con ellos. Al margen de otras consideraciones de higiene u olfato este factor debería bastar para pensar que el ascensor no está pensado, o no siempre, para las mascotas. Harán algo de ejercicio subiendo las escaleras. Ellos lo agradecerán, y quienes tengan miedo por estos animales también.
Dejar salir
Las ganas que se puedan tener de entrar en el ascensor hacen que muchas personas intente abalanzarse al interior de la cabina sin esperar ni un segundo. Nuevamente es una muestra de mala educación, además de una pérdida de tiempo. Hay que dejar siempre tiempo para que salgan los que estaban dentro de la cabina, apartándose para que puedan hacerlo de forma sencilla y natural. Así el proceso se llevará a cabo con mayor rapidez y será más fácil y veloz la incorporación al interior.
Y comida
Comer dentro de un ascensor puede resultar desagradable para el resto de usuarios. Por el olor de la comida, por su aspecto, por la misma visión de alguien comiéndola. No a todos les gustan las mismas cosas, y que lo que a unos parece apetitoso puede provocar arcadas al vecino del tercero. Además, es una de las peores costumbres que se pueden tener.
Respetar el espacio privado
En el fondo todas estas cuestiones se pueden reducir a una única norma: respetar a los demás y su privacidad. El ascensor es un espacio en el cual personas que no necesariamente se conocen van a compartir durante un tiempo un espacio de intimidad física muy estrecho. En otras palabras, es normal que no siempre se esté cómodo con los acompañantes allí.
Resulta cortés, pero discreto es la norma fundamental, aunque en ocasiones resulta complicado no parecer distante. De todos modos, hay que recordar que siempre es preferible parecer algo "estirado" que resultar pesado y agobiante. Quizás a los compañeros de ascensor les interese muy poco escuchar un chiste o no quieran conocer los últimos detalles del partido de fútbol del domingo. Y que lo que a unos parece apasionante a otros les puede parecer muy aburrido. Es mejor mantener una distancia de cordial educación y todo irá bien.